LA PANDEMIA, EMPANADAS Y UN TE QUIERO

"¿Mal?" Mal estamos nosotrxs, vos estás bien. Siempre estuviste bien 

Hace casi dos años repito como un mantra que no está pasando, que no es real, que seguro vamos a despertar y nos vamos a reír de esta locura. 

Hoy el dolor me tocó muy de cerca y no quiero hacer esto. No sé por dónde empezar, pero quiero hablar de él: Champú, mi amigo.

A Champú lo conocí en la facultad. Decir que nos quisimos desde el primer día sería mentir, porque los dos somos mecha corta. Sin embargo, cuando nos dimos la oportunidad de saber más sobre el otro creamos un vínculo hermoso. 

En la facultad organizamos un pequeñísimo espacio de militancia estudiantil llamado "La Camilo". ¡Fue un lío! Nunca dejamos de hacer líos en la facultad y tampoco de divertirnos. 

Con Champú nos veíamos en el Cincuentenario en cada partido de La Unión. 
"Tenés que comentar básquet, sos la única que lo puede hacer bien", me decía. Claramente no le importaba cuán preparada podía estar para hacerlo, pero él siempre me alentaba. Alentaba a todos sus amigos. 
Champú era un motivador nato, alma de equipo. Calculo que además de su personalidad eso era una parte de la herencia deportiva de sus años como jugador de básquet.

“Militar al deporte como herramienta de transformación social”, nos decían en la facu. Siempre uso esa frase y observo dónde y quién la convierte en acción. Champú lo hacía. Si lo mirabas trabajar veías a un entrenador de básquet enseñando técnicas y tácticas de juego a lxs pibes, pero si mirabas un poco más veías a un tipo de 50 años jugando al básquet como un nene, disfrutando del deporte que más amaba. Champú tenía el alma de un nene. Siempre haciendo apuestas, competitivo, queriendo vencer, riendo, amigo de los pibes, uno más. Les enseñaba que se podía jugar siempre y que el deporte tiene valores mucho más lindos que ganar. Aunque mi amigo ganaba siempre. 

Champú es básquet, es La Crema, es el fanatismo por el Diego, es el mejor vocero de la historia de Marcelo Milanesio, es la tonada cordobesa más linda que escuchabas, es los pibes del club; es el pantalón a cuadritos rosa, amarillo, lila y celeste; es el que te cocinaba bizcochuelos y te invitaba a tomar mates; es el Pipi y la Cami, las luces de sus ojos. 

No sé si es un consuelo o solo busco excusas para atravesar este momento, pero pienso que hay personas que vienen al mundo para mostrarnos su luz y regalarnos cosas, momentos, enseñanzas, abrazos, mensajes llenos de amor. Llegan a nuestras vidas para darnos alegría un ratito. 

Vos me hiciste feliz, amigo. Aprendí a conocerte, a entenderte y me hiciste reir mucho y enojar mucho. Volá alto Champucito querido, meté muchos triples, apostá, ganá, sé feliz. 

Nos quedaron unas empanadas pendientes para cuando nos volvamos a ver.
- ¿Te estás cuidando? – te pregunté la última vez que hablamos.
- Sí, amorcito. Cuídate. Muchos besos.- contestaste.
Sí, amigo, nos vemos pronto. Muchos besos. Cuídame y cuidanos. 
Te quiero.

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